Hablemos de ¿Cómo inician los libros que más me gustan?

21 oct 2017



Yo creo que toda buena historia merece un buen comienzo, y en algunos casos la calidad de la obra se deja entrever desde esas primeras frases, pues no todos los autores tienen la habilidad de ganarse al lector con tan solo las primeras frases de su historia.

Aparte de esto, uno puede decir que un libro le va a gustar o no después de haber leído las primeras páginas, y puedo poner como ejemplo un libro x que comencé a leer, y después de la primera hoja abandoné la lectura, porque sencillamente no logré congeniar con el estilo de la autora, así que ese es un libro que no va a salir de mi librero (al menos por mi mano). Asimismo hay libros que antes de terminar la primera página ya me había fascinado, por este motivo vale la pena recalcar, y he querido mencionar algunos de esos libros con inicios impecables que han llamado mi atención no solo por sus portadas ni por su reputación sino por sus comienzos.



EL RUMOR DE LA MONTAÑA - YASUNARI KAWABATA
Ogata Shingo —el ceño fruncido, los labios entreabiertos— tenía un aire pensativo. Quizá no para un extraño, que habría pensado que estaba más bien apenado. Pero su hijo Shuichi sabía lo que sucedía y, como veía así a su padre con frecuencia, ya no le daba importancia. Para él era evidente que no
estaba pensando, sino que intentaba recordar algo. Shingo se quitó el sombrero, lo sostuvo con aire ausente en la mano derecha y lo depositó sobre sus rodillas. Shuichi lo cogió y lo colocó en el portaequipajes.
—Veamos. ¿Cómo se llamaba…? — En momentos como ese, a Shingo le costaba encontrar las palabras—. ¿Cómo se llamaba la criada que nos dejó el otro día?
—¿Te refieres a Kayo?
—Kayo, eso es. ¿Cuándo se fue?
—El jueves pasado. Hace unos cinco días.
—¿Cinco días? ¿Hace sólo cinco días que nos abandonó y ya no puedo recordarla?

LA BUENA TIERRA - PEARL S. BUCK
Era el día de las bodas de Wang Lung. Por el momento, al abrir los ojos en la sombra de las cortinas que rodeaban su cama, no acertaba a explicarse por qué razón aquel amanecer le parecía distinto de los otros. La casa permanecía silenciosa. Únicamente turbaba su quietud la tos del padre anciano, cuya habitación estaba frente por frente de la de Wang Lung, al otro lado del cuarto central. La tos del viejo era el primer ruido que se oía en la casa cada mañana. Generalmente, Wang Lung la escuchaba acostado en la cama y así permanecía hasta que la tos iba acercándose y la puerta del cuarto de su padre giraba sobre los goznes de madera. Pero esta mañana no se entretuvo esperando. Dio un salto y apartó las cortinas del lecho. Aurora sombría y bermeja. A través de un agujero cuadrado, que hacía las veces de ventana, y en el que tremolaba un papel en jirones, se entreveía una parcela de cielo broncíneo. Wang Lung se acercó al agujero y arrancó el papel.
–Es primavera, y no necesito esto –murmuró. Le daba vergüenza expresar en alta voz su deseo de que la casa estuviera hoy arreglada y limpia. 

ORGULLO Y PREJUICIO - JANE AUSTEN
Es una verdad universalmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa. Sin embargo, poco se sabe de los sentimientos u opiniones de un hombre de tales condiciones cuando entra a formar parte de un vecindario. Esta verdad está tan arraigada en las mentes de algunas de las familias que lo rodean, que algunas le consideran de su legítima propiedad y otras de la de sus hijas.

SEDA - ALESSANDRO BARICCO
Aunque su padre hubiera imaginado para él un brillante porvenir en el ejercito, Hervé Joncour había terminado por ganarse la vida con un oficio insólito, al cual no le era extraña, por singular ironía, una característica tan amable que traicionaba una vaga entonación femenina.
Para vivir; Hervé Joncour compraba y vendía gusanos de seda. Corría el año de 1861. Flaubert estaba escribiendo Salambó, la iluminación eléctrica era todavía una hipótesis y Abraham Lincoln, al otro lado del océano, estaba combatiendo en una guerra de la cual no vería el fin.
 Hervé Joncour tenía 32 años.
 Compraba y vendía.
 Gusanos de seda. 

CIEN AÑOS DE SOLEDAD - GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.



Cuéntenme qué libros con inicios geniales preferidos añadirían a esta lista, pronto estaré haciendo parte 2 de esta entrada y pondré sus recomendaciones :D
Los leo, un abrazo y feliz fin de semana.

Jiss

2 comentarios

  1. ¡Me han dado tantas ganas de leer los que no he leído! El comienzo de Cien años de soledad siempre me ha fascinado... y creo que te voy a copiar la idea para hacer una entrada similar, ¿podría?

    ResponderEliminar
  2. Siempre tengo presentes mis inicios y finales favoritos de libros, entre ellos están: Cien años de soledad, Lolita y Pedro Páramo, simplemente perfección :3

    ResponderEliminar

¡Suscríbete! Recibe todos los posts en tu e-mail.